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viernes, 27 de marzo de 2009

El ocaso de la vida


Como la caída de la tarde
mi alma se entristece
es como morir un poco cada dia
Les confieso
Hoy estoy triste
Y la tristeza llega de golpe
cuando miramos a nuestro alrededor
y nos damos cuenta que amamos demasiado
que nos entregamos demasiado
y eso no tiene sentido
porque no recibimos lo mismo que damos
y eso me llena de tristeza
el mundo esta lleno de ingratos

1 comentarios:

Dalila Rivera dijo...

Querida Elsa,
Desafortunadamente no siempre sembramos en tierra prospera, y en lugar de la bella flor o el fruto delicioso que esperamos, cosechamos espinas y abrojos, y como seres humanos falibles, nos sentimos tristes, decepcionados, y en mi caso personal simpre digo, esto es lo ultimo que hago.
Pasado el momento de dolor,y aunque otros me crean tonta y que me han usado, vuelvo a ser yo renovada y llena de fe y confianza en la raza humana, aun con todas sus imperfecciones y enganos.
Te dejo este cuento desconocido:

Es mejor dar que recibir

Un estudiante universitario salió un día a dar un paseo con un profesor, a quien los alumnos consideraban su amigo debido a su bondad para quienes seguían sus instrucciones.

Mientras caminaban, vieron en el camino un par de zapatos viejos y supusieron que pertenecían a un anciano que trabajaba en el campo de al lado y que estaba por terminar sus labores diarias.

El alumno dijo al profesor:

- Hagámosle una broma; escondamos los zapatos y ocultémonos detrás de esos arbustos para ver su cara cuando no los encuentre.

- Mi querido amigo -le dijo el profesor-, nunca tenemos que divertirnos a expensas de los pobres.

Tú eres rico y puedes darle una alegría a este hombre.

Coloca una moneda en cada zapato y luego nos ocultaremos para ver cómo reacciona cuando las encuentre.

Eso hizo y ambos se ocultaron entre los arbustos cercanos.

El hombre pobre, terminó sus tareas, y cruzó el terreno en busca de sus zapatos y su abrigo.

- Al ponerse el abrigo deslizó el pie en el zapato, pero al sentir algo adentro, se agachó para ver qué era y encontró la moneda.

Pasmado, se preguntó qué podía haber pasado.

- Miró la moneda, le dió vuelta y la volvió a mirar. Luego miró a su alrededor, para todos lados, pero no se veía a nadie.

La guardó en el bolsillo y se puso el otro zapato; su sorpresa fue doble al encontrar la otra moneda.

Sus sentimientos lo sobrecogieron; cayó de rodillas y levantó la vista al cielo pronunciando un ferviente agradecimiento en voz alta, hablando de su esposa enferma y sin ayuda y de sus hijos que no tenían pan y que debido a una mano desconocida no morirían de hambre.

El estudiante quedó profundamente afectado y se le llenaron los ojos de lágrimas.

- Ahora- dijo el profesor- ¿no estás más complacido que si le hubieras hecho una broma?

El joven respondió:

- Usted me ha enseñado una lección que jamás olvidaré.

Ahora entiendo algo que antes no entendía:

ES MEJOR DAR QUE RECIBIR...

Autor Desconocido.

Eres mi hermanita querida

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